A veces vemos bares o pubs casi vacios abiertos entre semana; otros, sin embargo, cierran y sólo abren los fines de semana, sobre todo los de copas, o en temporadas concretas, como los chiringuitos de verano.
Seguramente es porque, en el primer caso, sus propietarios, que suelen atender sus propios negocios, tienen los mismos costes fijos abran o no abran y, sin embargo, por cada producto que venden, aunque sean pocos, ganan algo, ya que el precio cubre sus costes variables unitarios; además mantienen fiel a su clientela, que no es tontería…, así entre los festivos y los laborables al final del año tienen beneficios.
Los que cierran temporalmente son aquéllos que, aunque tengan los mismos costes fijos, no cubren los costes variables, bien porque realmente tienen muy pocos clientes o porque sus costes variables son mayores, y perderían dinero si abrieran; así que solo abren cuando de verdad cubren todos sus costes; de este modo también tienen beneficios al final del año.
Los que salen del mercado y cierran el negocio definitivamente son los que no cubren nunca los costes totales, la suma de los fijos y los variables, ni contando los laborables ni los festivos.
Otra reflexión sobre los costes nos viene a la cabeza cuando vemos que cierran alguna de las bonitas tiendas del casco antiguo que conocemos desde siempre; nos preguntamos si no hay nadie hay quien pueda interesarle continuar el negocio, pero claro, quizá los costes fijos de los antiguos propietarios no eran muy grandes, bien por ser propietarios del local o tener alquileres muy bajos, y, principalmente, debían cubrir sus costes variables; sin embargo un nuevo empresario se encuentra con costes fijos elevados, ya que debe comprar o alquilar el local y pagar los derechos de traspaso, por lo que quizá dude que vaya a obtener beneficios suficientes para emprender la tarea.