Alfred Marshall (1842-1924), fue un economista británico que explicó cómo los precios de mercado de los bienes se establecen en función de la demanda y la oferta “las dos hojas de la tijera”, como él, metafóricamente, las llamaba. Uno de sus discípulos más famosos, John Maynard Keynes (1883-1946), escribió una biografía sobre él, en la que expone lo que piensa acerca de lo que debe ser un economista; estas son textualmente sus palabras: “El estudio de la economía no parece que requiera dotes especialmente relevantes. ¿No es acaso, en el aspecto intelectual, una materia extremadamente fácil, en comparación con los estudios más elevados de la filosofía o de la ciencia pura? Y, sin embargo, un buen economista, o simplemente competente, es una auténtica rareza. Materia fácil en la que pocos destacan. Tal vez, la paradoja encuentre su explicación en el hecho de que, en economía, el maestro debe poseer una rara combinación de dotes. Debe alcanzar un nivel elevado en distintas direcciones, combinando capacidades que, a menudo, no posee una misma persona. Debe ser, en algún modo, matemático, historiador, estadista, filósofo; manejar símbolos y hablar con palabras; contemplar lo particular bajo el prisma de lo general, abordar lo abstracto y lo concreto con el mismo vuelo de la idea. Debe estudiar el presente a la luz del pasado y con la vista puesta en el futuro. Su mirada ha de abarcar todas las partes de la naturaleza y de las instituciones humanas. Debe ser, simultáneamente, interesado y desinteresado; distanciado e incorruptible como el artista, y no obstante, a veces, tan pegado a la tierra como el político. Si no plenamente, sí en muy buena parte, Marshall poseía ese ideal poliédrico. Pero, por encima de todo, esta variedad de educación y de naturaleza le otorgaba el don más esencial de cuantos le son precisos al economista: era en sumo grado historiador y matemático, estudios, a la vez, de lo particular y de lo general, de lo temporal y lo eterno." (Keynes, Ensayos Biográficos, p.185)
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